Esa calle al final tiene su nombre: Camboy Estévez

El cantante y compositor dominicano, que hace más de 60 años vive en Estados Unidos, extraña sus grandes amigos Joseíto Mateo, Kalaff y otros

Este viernes Camboy Estévez se presenta en Lungomare, de la mano de Raphy D’Oleo.

“Esta calle al final tiene tu nombre…”, canta Camboy Estévez por millonésima vez. Con ese bolero está sentado en la gloriecita nacional de los melómanos. Allí mira hacia los costados y se ve a solas. O cuando menos acompañado de los fantasmas de sus grandes amigos como Joseíto Mateo y Luis Kalaff.

Intérprete de boleros, danzones, merengues, salsa, hace más de 60 años reside en Estados Unidos, donde asegura que siempre ha sido “un hombre pacífico y me gustan las cosas por la derecha. En estos más de 60 años tú sabes que allá siempre te tienen el ojo encima. Y a mí no me encuentran ellos en mi conducta ni siquiera un ticket de parqueo”.

Recuerda con orgullo lo ejemplar que era por aquellos años la comunidad dominicana. “Luego tú sabes que las cosas han cambiado…”, reflexiona.

Estados Unidos es un país de emigrantes “y son pocos los nativos que quedan y no se ven. Cuatro de mis 12 hijos, son biznietos de un nativo. Mi esposa es gringa del Appalachian Mountains, de Virginia. Su abuelo, el padre de su mamá era apalache. Allí todavía quedan algunos, muy pocos”, dice.

“Yo nací en el 42 y desde que tenía 3 o 4 años ya yo intentaba cantar. Mi hermana mayor y yo teníamos una cajita en la que metía la cabeza y yo era el radio”, recuerda.

“Tú sabes que Santiago de Cuba y Santiago de los Caballeros de donde yo soy, son hermanas. Y como en Cuba existió la radio primero que aquí, nosotros escuchábamos música cubana, casi todo el tiempo. Y por ahí viene el danzón. Y Primitivo Santos, que fue mi maestro de solfeo en Bellas Artes de Santiago, hizo ese combo. Entonces nosotros teníamos en el oído todo lo que se escuchaba en Cuba. Arreglamos de Sindo Garay ‘Cuba, tierra hermosa de sol tropical, / con su cielo azul. /Adorable trigueña /de todas las flores la reina eres tú’”, tararea.

Reconoce que hoy el merengue y la bachata están de moda en el mundo entero. Pero le duele que hoy día, tantos años después, en el género de la bachata, no es el país ni los artistas dominicanos los que se están beneficiando. “Hay muchas trabas y mucha trampa en ese género. Y mucha extorsión. Tú sabes que cuando uno tiene las ansias de ser artista, uno hace muchas cosas por amor al arte. En la bachata está pasando eso”.

Manifestó que también “hay mucha vagancia en la lírica, mucha, no están escribiendo. Que es una de las cosas que ofende en la música de hoy. ¡La lírica! Hoy es muy poquito lo que puedes encontrar” de calidad.

Deplora lo que llama “un desbalance en la cultura”, al advertir que lo grosero corroe hasta ciertas zonas de la música típica.

La importancia de la formación

Camboy confiesa que su ventaja fue estudiar música. “En los tiempos que crecí ese fue mi beneficio. En mis tiempos existía Bellas Artes en todas las provincias de este país y había una escuela y varias escuelas de arte completo”. “En mi tiempo estudié música, estudié solfeo, estudié canto, estudié baile, artes manuales. Todo eso había y se ha perdido casi todo eso. En estos momentos no sé dónde hay una escuela de música en mi país”, rememora.

Coincide en que tener amigos viejos, son una fuente constante de aprendizaje. De sus tiempos recuerda con especial cariño a mis compañeros de música Joseíto Mateo, Luis Kalaff, grandes amigos, hombres derechos. Primitivo Santos, Leonel Sánchez, el Negro Vargas, José Bonilla (abuelo de mi sobrino). Eran gentes trabajadores. Yo era el chamaquito de ellos. Y aún chamaquito yo trabajaba de ayudante poniendo mosaicos. En la tarde, corriendo, salía del trabajo, en el mosaico es con cemento y eso, todo sucio. Llevaba a mi hermanito de 7 u 8 años. ‘Vámonos para el río’, le decía. Me bañaba en el río, me cambiaba de ropa, cruzaba el río y subía por la subida de Nivaje, en Bellavista, en Santiago. Le daba la ropa sucia, él se la llevaba a la casa. Y yo cruzaba a estudiar música y canto. Tenía como 14 o 15 años. De ahí salía a las 8:00 de la noche todos los días. ¡Ese fue mi esfuerzo!”, menciona con orgullo.

“Hoy hay escasez de personas en mi negocio. Lo que hacen es que cogen el bolillo y le dan a la tambora, como puedan. Aprenden a tocar tambora y se vive de eso. Pero porque hacen falta las escuelas. Los gobiernos tienen la obligación de salvar la cultura”, señala.

Camboy declara su admiración por la mujer dominicana en el arte, y menciona a María Montez, Casandra Damirón y a Fefita la Grande. “Tú ves que hay una pléyade de mujeres tocando acordeón hoy día. ¡Eso antes no existía! Y muy buenas. Eso lo despierta Fefita, porque es la mujer que coge un acordeón… Fefita ha brincado todas las barreras, las trampas, ha talado una trocha de este ancho (abre los brazos)… Yo la menciono por eso, a ella hay que reconocerle su trabajo. Pero ese esfuerzo es escaso hoy día. La gente está pensando en otra cosa. Y la delincuencia detrás de muchos y los financian, y hacen creer que las cosas se pueden tener sin esfuerzo ni talento. Como que caen del cielo”.

Ordenar el desorden

“Yo quiero dedicar mis años a rendirle a mi sociedad lo más que pueda. En estos años que me quedan, quisiera que nuestro gobierno financie a los que pueden aportarle a ordenar este desorden que tenemos encima. Educando y entreteniendo con la lectura, la música, que es base del espíritu… Lo hago con mis hijos y mis nietos. Tengo una canción que habla de eso. Le doy gracias a Dios por permitirme escribir canciones que alivien la pena de la comunidad”, resume y canta: “Esta calle al final tiene su nombre / mi calle errante del barrio triste / ya no tiene un farol que la ilumine./ ¡Todo es sombras y tiniebla igual que yo!…”

Ficha técnica del evento

Artista: Camboy Estévez
Lugar: Lungomare Lounge, delante del Casino del hotel Sheraton, Santo Domingo
Fecha: viernes, 1 de marzo de 2024.
Hora: 9:00 de la noche
Boletas: a la venta en Uepa Tickets
Precio de Boltería: RD$2,000 (VIP); RD$1,500 (General)