“Ley de la Mandarria”, extingue monumentos históricas de Hato Mayor

Los nativos de Hato Mayor tienen que velar por que lo poco que queda de su historia no desaparezca y se conserve

Hato Mayor del Rey, se le ha denominado la “Capital del Cítrico”, con un gran legado histórico por sus grandes hazañas revolucionarias por la libertad dominicana ha ido perdiendo con el transcurso del tiempo su valiosa memoria histórica, y muchos de los acontecimientos escenificados aquí están pasando al olvido de sus moradores.

La verdad axiomática es que Hato Mayor no cuenta con un museo de historia municipal y una casa de la cultura que recoja los acontecimientos históricos, que desde la fundación en 1520 hasta nuestra era se han sucedido.

Por más de cuatro centurias importantes documentos, símbolos y edificaciones han desaparecido, unas por dejadez y otras por el poco conocimiento, aprecio y amor a dichos datos históricos.

El Archivo General de la Nación en Santo Domingo, conserva valiosos documentos de carácter histórico y cultural, que deben ser recogidos en copias y conservados en esta ciudad como un legado de nuestros hombres y mujeres que no escatimaron esfuerzos por la emancipación y el desarrollo hegemónico del país.

La construcción de un archivo municipal facilitaría que la riqueza histórica y cultural sea conocida por la presente generación y futuras generaciones conozcan a los protagonistas que le hicieron honor al nombre de la ciudad.

Valiosos documentos notariales aún pueden ser rescatados del Palacio de Justicia y la Fiscalía, porque se encuentran amontonados y tirados en cajas en una esquina del baño. Además, Hato Mayor es la única ciudad que conserva, aunque muchos se encuentran en estado de deterioro, los libros de sesiones desde 1885, que constituyen una fuente de riqueza histórica y cultural de este pueblo.

La historia pueblerina se está dañando y olvidando con el paso de los años y de la que disponemos no se da a conocer en las escuelas, colegios y círculos de estudios, pues se ha perdido el interés en conocer la vida de la ciudad, como pueblo heróico, batallador y aportador de hombres y mujeres valiosos en el desarrollo de la nación. Poco se hace en Hato Mayor para exaltar los valores históricos, culturales, religiosos y deportivos de esta ciudad.

Hay que destacar, sin embargo que son significativos los aportes que en materia de cultura e historia realizan los escritores locales Víctor Espinal, Mártires Morlas, Agustín Vega, Michael Vega, Robert Berroa, Leída Vega, Héctor Camilo Polanco, entre otros que escribían en las páginas de los periódicos de la ciudad “Agro Este” y “Atacando”.

Es imperativo que las autoridades municipales y provinciales y los centros educativos programen una jornada cultural para enseñar a los hatomayorenses de hoy sobre del origen de la ciudad y sus primeros habitantes, sus costumbres, tradiciones y escritos famosos que revolucionaron el comportamiento y vivencia de su gente.

Hato Mayor aportó a la nación a dos presidentes: Pedro y Cesáreo Guillermo, padre e hijo. A principio del siglo XX, fue una ciudad que atraía presidentes, empresarios, embajadores que querían conocer a la valiente mártir Secundina Reyes, nacida en Los Hatillos, a tres kilómetros al sur del católico pueblo oriental.

Escuela de música Hato Mayor, Antigua casa de la familia Barceló Salas y Antiguas oficinas del Igenio Las pajas, construida en 1919.

La población hatomayorense debería conocer acerca de la vida religiosa de Hato Mayor y su vocación a las vírgenes de Las Mercedes y de La Altagracia, de la que el historiador Manuel Antonio Sosa Jiménez (Boby) afirmó que hizo su aparición en la comunidad Las Dos Bocas, en la sección Don López de esta ciudad y no en Higüey como se ha dicho en la historia. Además, muchos desconocen que el alumbrado eléctrico empezó para 1918 con una pequeña planta Delco-Light de 5 kilovatios, instalada por el cubano Jaime Rodríguez, que fue síndico en 1910.

En ese mismo año se instaló la línea telefónica en la ciudad y El Seibo, que a la vez estaba conectada a San Pedro de Macorís por el viejo camino de Mata de Palma-Anamá. El teléfono urbano se instaló e inauguró en 1952 por contrato entre el ayuntamiento y J. Pelayo Rancier.

Las viviendas de la ciudad comenzaron a ser numeradas el 11 de diciembre de 1917 y el 29 de enero de 1918, el ayuntamiento, presidido por el síndico David Santamaría, dispuso la construcción del parque municipal de recreo “Mercedes de la Rocha y Coca”.

Las calles Duarte y San Antonio en octubre de 1920; los conciertos dominicales en el parque fueron dispuestos el 11 de junio de 1923, cuando el parque todavía no estaba terminado.

Fueron comerciantes destacados del siglo XIX: Pedro Guillermo, Matilde Echavarría, Gina Pozo, María Ubrí, Federico Montaño, Agustín Giraldo, Ramón de Castro, quien hizo la primera casa de zinc; Ramón Ramírez, entre otros.

Entre los primeros médicos o curanderos estaban el cubano Amador Cisneros, el puertorriqueño Guillermo Loy Sánchez; Pedro Serafín Ramírez y Francisco Emilio Puello, fueron autorizados a ejercer por el gobierno de ocupación. Otros médicos fueron el dentista Agapito José, el francés Eugenio Pinatte y José L. Oficial.

La primera escuela de música fue formada hacia 1894 por el presbítero Manuel Antonio Montás y su primer director fue el cubano Fermín Quezada.

Hato Mayor fue fundado en 1520 por el Alférez real Antonio de Coca y Landeche, heredero del mayorazgo de Dávila. La anexión a España fue proclamada en esta ciudad 6 días antes que en la capital, que a instancia de Pedro Santana fue escogida para sus planes anexionistas, siendo proclamada el 12 de marzo de 1861.

En ese escenario y traicionado por las promesas anexionistas, desvirtuada por la represión y el ultraje a los ciudadanos, Hato Mayor del Rey se conoce como el primer pueblo de la región Este que se incorporó a la lucha restauradora.

Esta ciudad solo ha sido fértil en la producción de china, caña de azúcar, ganado, cacao, palma africana y café, sino que sus pastizales, bosques, ríos, arroyos y manantiales han sido fecundos, al aportar dos presidentes, decenas de generales, y miles de profesionales que hoy laboran en distintas áreas del saber humano y que contribuyen a enaltecer la Patria desde su lar nativo y playas extranjeras. Acuño la idea y exhorto a las nuevas autoridades terminar la Casa de la Cultura y crear un archivo y un museo municipal.

Antiguo local de bomberos Hato Mayor del Rey, Ingenio Las Pajas, demolido en 1936 por onden de Trujillo y Antigua iglesia con un reloj que despertaba al pueblo.

Ley de la Mandarria

La historia de Hato Mayor del Rey, declarada común el 13 de octubre de 1848, ha tenido que escribirse sin la presencia de monumentos históricos, debido a que la “Ley de Mandarria”, como cuenta el historiador e investigador de Manuel Antonio Sosa Jiménez (Boby) se encargó de sepultarlos.

La mandarria, utilizada por manos ciegas destruyen monumentos históricos de gran valor cultural, que como testimonio de la tesonera labor progresista nos dejaron nuestros antepasados. El golpe demoledor de la mandarria en manos de obreros, ha reducido a la nada muchas obras que restaurándolas serían hoy en día un atractivo urbanísticos de los hatomayorenses y visitantes.

Las órdenes de autoridades enemigas de los monumentos históricos son dedicadas a demoler reliquias que como la torre de la iglesia parroquial, edificada y diseñada por el ingeniero Aristy y el arquitecto Emilio Puello hacia 1915, sirvió para ondear la Bandera Nacional y otra blanca en señal de patriotismo y de paz, cuando en 1916 las tropas Yanquis del capitán Charles Melcker entraron para reducir a cenizas la ciudad.

La torre que estaba ubicada en la hoy glorieta del parque municipal fue destruida en 1953, era de mayor altura, cinco pisos, para entonces don Víctor Alfonseca (Vale Victo) fue el portabandera durante tres días y dos noches.

Otros monumentos destruidos por la mandarria fueron el Mercado Monumental, construido durante el gobierno de Horacio Vásquez en 1926; el Ayuntamiento Viejo que operó donde se construye la Casa de la Cultura, frente al parque Mercedes de la Rocha. También la mandarria derribó el viejo tanque del Acueducto, Los Calvarios de los barrios Punta de Garza, Villa Canto, Barrio Lindo, entre otros.

El Mercado Monumental fue demolido para unir la calle Quintito Peguero y construir la antigua cancha municipal, donde hoy se encuentra “Oriel Muebles”.

El Alambique de Montaño, fábrica de ron y alcohol, cuyo último dueño fue don Federico Montaño para la década de 1890 fue otro de los monumentos de valor históricos destruido por la mandarria hatera.

Esta pequeña empresa licorera dejó huellas en el desarrollo económico de esta ciudad y que existió desde los tiempos de la Colonia. Estaba ubicada donde hoy en día se encuentra la tienda “Plaza Ramírez”, en la avenida Melchor Contín Alfau con San Antonio.

Parque Mercedes de la Rocha en 1998.

Casa de la Cultura

El asesinado historiador Manuel Antonio Sosa Jiménez, recomendó antes de morir a las autoridades del municipio y personas que todavía guardan y tienen edificaciones antiguas de importancia histórica que la conserven como patrimonio municipal.

Entre estas obras a conservar consideró la Logia Masónica, Cuerpo de Bomberos Civiles, Casa de Piedras de la familia Lluberes, Piedra de la Rodada, la casa de la familia Barceló Salas, la casa de Edmundo Barriola y la tumba de Benito Luis, construida en 1885.

Los nativos de Hato Mayor tienen que velar porque lo poco que queda de nuestra historia no desaparezca, se conserve en el tiempo, restaurándose.

Denuncia
La mandarria, utilizada por manos ciegas, ha destruido monumentos históricos de gran valor cultural, que nos dejaron nuestros antepasados”.

Solicitud
El asesinado historiador Manuel Antonio Sosa Jiménez recomendó antes de morir a las autoridades conservar esas edificaciones de importancia histórica como patrimonio municipal”.