El decreto emitido es un escudo protector para cerdos y granjas

El respaldo de los porcicultores a medida del Ejecutivo, sobre la bioseguridad, refleja consenso con el Gobierno

El 30 de diciembre, el presidente Luis Abinader emitió el decreto 663-23, mediante el cual declara de alto interés nacional la regulación y bioseguridad de las granjas porcinas de la República Dominicana.

Para los productores de cerdo, representados por Miguel Olivo, presidente de la Federación Dominicana de Porcicultores (Fedopor), esa medida –que fue consensuada con el sector, con la participación de la Junta Agroempresarial Dominicana (JAD)- es de suma importancia. Y llega en un buen momento.

“Por más de dos años estuvimos trabajamos ese tema. Incluso, el reglamento que está supuesto a elaborar el Ministerio de Agricultura, también fue prácticamente consensuado. Eso no quiere decir que necesariamente lo hagan igual. Hay que tener claro que ellos son las autoridades y pueden realizar cualquier modificación”, dijo el granjero a elCaribe.

El decreto tiene como propósito fortalecer la producción de cerdos, disponer de los mecanismos legales necesarios para registro, vigilancia, notificación temprana y diagnóstico ágil de las enfermedades que inciden en esta actividad económica, así como establecer los requisitos básicos que deberán aplicarse a sus residuos y desechos.

La emisión de un decreto como el referido es bastante significativa. Cuando se declara de alto interés nacional la regulación y bioseguridad de las granjas porcinas, eso significa que el Gobierno reconoce la importancia de esta industria para el país y busca garantizar su desarrollo sostenible y seguro.

Las granjas porcinas son fundamentales para la producción de carne de cerdo, que es una fuente importante de alimento y empleo en la República Dominicana. Regular y garantizar la bioseguridad en esos centros productivos tiene varios impactos positivos, entre ellos el de salud pública, economía, sostenibilidad, creación de mejores condiciones para acceso a mercados internacionales; para que haya normativas de bioseguridad, capacitación y asesoramiento, así como seguimiento y control.

“Entendemos que eso le hace bastante bien a la porcicultura nacional; todo lo que es regulación ayuda. Lo que no puede haber es una sobre regulación”, advirtió Miguel Olivo en el abordaje del tema.
En concreto, la bioseguridad ayuda a prevenir la propagación de enfermedades entre los cerdos, reduce así el riesgo de problemas que afecten a los animales y, potencialmente, a humanos.

La regulación puede incluir prácticas más sostenibles en la cría de cerdos, lo que podría implicar menor impacto ambiental y uso más eficiente de los recursos. Cumplir con estándares de bioseguridad puede facilitar el acceso a mercados internacionales, porque muchos países exigen ciertos niveles de seguridad y calidad en la producción de alimentos.

Una nación de suramérica

En lo que está inconforme la Federación Dominicana de Porcicultores es con el proyecto de ley que autoriza al Poder Ejecutivo a la importación de alimentos sin el pago de aranceles en situaciones de emergencia o desastres naturales. “Eso podría dar paso a la importación de carne, especialmente de Brasil. Creo que eso será un duro golpe para la porcicultura y para otros renglones como los agrícolas y vacunos”, advirtió Miguel Olivo.

Ese proyecto al que hace referencia fue aprobado en segunda lectura y con modificaciones hace varios días por la Cámara de Diputados. Tuvo el rechazo de la oposición y en lo adelante pasará al Senado para su consideración.

Lo que plantea Fedopor sobre la importación de carne de cerdo, no solo de Brasil, sino en términos generales, tiene asidero.

En el renglón “carnes y derivados de cerdo”, las importaciones han tenido un crecimiento constante desde el 2014, pero los picos más pronunciados se han dado a partir de 2020. Esto ocurre a pesar de que el país cuenta con una industria porcina muy desarrollada. Una mirada a los números oficiales aporta una idea más amplia sobre lo que ha estado ocurriendo. En 2014 República Dominicana importó un volumen de 13,462.23 toneladas métricas de carne de cerdo y derivados y en el 2015 se elevó a 20,849.08 toneladas métricas. Para el siguiente año, la cantidad importada fue de 21,560.55 toneladas métricas y en 2017 se introdujo al país el equivalente a 28,937.89 toneladas métricas.

De acuerdo con estadísticas del Ministerio de Agricultura, sustentadas a su vez en cifras de la Dirección General de Aduanas (DGA), en 2018 República Dominicana importó un volumen de 37,464.85 toneladas métricas y en 2019 la cantidad fue de 31,263.98 toneladas métricas.

Entre los años 2020 y el cierre de 2022 el total de carne y derivados de cerdo importados fue de 176,765.18 toneladas métricas. Vistos de forma particular los números, en 2020 la cantidad importada fue de 36,619.68 toneladas métricas, en 2021 se elevó a 53,476.72 y a diciembre de 2022 se colocó en 86,668.78 toneladas métricas y un valor para ese año de 228 millones 703,952.11 dólares.

Consultado sobre el tema, el economista agrícola Winston Marte asegura: “Dos razones fundamentales han contribuido al significativo incremento de las importaciones”. Y uno de ellos, según el profesional, fue la entrada de la peste porcina africana a mediados del año 2021.

La PPA es una enfermedad viral que causa la muerte de los cerdos en un período corto. Otro factor que ha influido –dice Marte- es la eliminación del pago de aranceles a la importación de carne de cerdo procedente de los Estados Unidos, bajo el Tratado de Libre Comercio con esa nación y Centroamérica (DR-Cafta).

Un informe del año 2021, de la Junta Agroempresarial (es posible que eso haya variado), indica que el 70 por ciento de la producción nacional de cerdos se genera en casi 400 granjas, estructuras más modernas que las de cualquier país desarrollado.

“Llegan sin aranceles y aquí los precios no bajan”

Miguel Olivo, en referencia al tema de la importación a tasa cero (productos que pueden entrar al país sin pagar impuestos), aclaró que no se opone a que el Estado importe lo que se necesita. “Pero sí se ha demostrado que los precios internamente no bajan para el consumidor final aunque los productos sean importados sin pago de impuestos. Es lo contrario… se quedan los precios igual y eso perjudica la porcicultura, porque se importa desde un mercado que subsidia la producción y las exportaciones, como es Brasil”, expuso. Y agregó: “La importación de Estados Unidos y Canadá está a tasa cero. Tú puedes importar lo que quieras desde Estados Unidos. Nos preguntamos para qué abrir un mercado, como el de Brasil, si ya tenemos el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos (…)”.