El colesterol, ¿es culpable o inocente de la enfermedad cardiovascular?

La principal causa de muerte en países occidentales sigue siendo la enfermedad cardiovascular. La mayor responsable es la ateroesclerosis (del griego “papilla dura”) que obstruye nuestras arterias con placas de ateroma, siendo el principal acusado de generarlas el colesterol.

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Es cierto que el aumento del colesterol en sangre está asociado a mayor mortalidad y de alguna forma está implicado en el mecanismo de la ateroesclerosis. Por eso los cardiólogos nos hemos pasado años hablando de colesterol bueno y malo, demonizando al colesterol, como un asesino silencioso que navega por nuestra sangre.

Sin embargo, no existe una relación uniforme y sistemática entre el aumento del colesterol y la presencia de placas de ateroma. La analogía de colesterol bueno y malo ha sido útil, pero ya es hora de profundizar y juzgar a los verdaderos responsables.

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¿Es culpable de los crímenes que se le atribuyen? Los primeros sapiens (hace 300 mil años) eran recolectores/cazadores y nómadas con un importante gasto calórico por día. Tenían una dieta más equilibrada. En comparación con el hombre moderno, consumían la mitad de grasa, el doble de carbohidratos complejos (vegetales y frutas), cero azúcares refinados, algo más de proteínas, y no tenían sobrepeso. El hombre antiguo tenía menor esperanza de vida al nacer, pero la “duración” de la vida, una vez superada las causas de muerte de esa época (pestes, mortalidad infantil/materna y guerras), era de 70 años o más.

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No sabemos qué colesterol tenían nuestros antepasados, (de hecho, los primeros registros que relacionan la ateroesclerosis con el colesterol fueron en 1904 por Félix Jacob Marchand).

Pero sí sabemos que el homo sapiens actual es sedentario, tiene sobrepeso (la gran epidemia mundial), menor gasto calórico/día, está estresado, y se alimenta con el doble de grasas (peor aún: con grasas hidrogenadas como las trans) y mucho más azúcar refinado que su antecesor. Además, fuma y respira aire contaminado ¿Cuánto hubieran vivido nuestros antepasados con los avances de la medicina actual?

En esa pérdida y ganancia de electrones, además de energía lista para ser usada por la célula, quedan “deshechos”, que son moléculas de degradación que se generaron durante el ciclo de producción de energía (Gettyimages)En esa pérdida y ganancia de electrones, además de energía lista para ser usada por la célula, quedan “deshechos”, que son moléculas de degradación que se generaron durante el ciclo de producción de energía (Gettyimages)

Nuestro cuerpo utiliza dos lípidos (grasas) claves para nuestra supervivencia. El colesterol y los triglicéridos (TG).

El colesterol no es ni bueno ni malo. Es una molécula, un lípido esencial en nuestra vida. Es la base fundamental para sintetizar las hormonas sexuales, la vitamina D y el cortisol, también es un compuesto clave para la bilis que nos ayuda a digerir las grasas, y para el correcto funcionamiento cerebral.

Cumple funciones importantes en la membrana plasmática, (membrana celular que actúa como una verdadera frontera con permeabilidad selectiva). Lo genera fundamentalmente el hígado (en 70-80%) y en menor proporción (20-30%) ingresa a través de lo que comemos.

Nuestro cuerpo es cuasi perfecto (excepto por alteraciones genéticas), y nunca sintetizaría una molécula dañina e inútil “per se”, ni la mantendría miles de años en su evolución si no cumple una función.

El hecho de ser mucho mayor la proporción biodisponible de colesterol fabricado por el hígado en relación a lo que comemos, nos hace pensar que ese sería el nivel de colesterol que hemos necesitado para sus múltiples funciones durante miles de años de evolución del hombre. Los daños colaterales de las moléculas que sintetizamos están siempre relacionados con los productos de degradación, oxidación, deshechos y, sobre todo, por una desproporcionada cantidad y perpetuidad, como los agentes involucrados en la inflamación de un proceso crónico.

Los TG tienen otra función: generar y almacenar energía. Los TG, junto a los hidratos de carbono y las proteínas, completan el trío de combustible esencial para que, en interacción con el oxígeno, generen toda la energía que necesitamos para nuestro cuerpo (reacciones que se realizan dentro de las 1.000 mitocondrias de cada una de las 5 billones de células que las contienen. (Es decir: ¡5.000.000.000.000.000! micro centrales de generación de energía para que podamos ser lo que somos!)

Pero usemos una analogía para entender cómo se transportan los TG y el colesterol por la sangre, para ser utilizadas en su destino final. Los lípidos (grasa) no son solubles en líquidos, no pueden circular solos y necesitan ser transportados por la sangre en otras estructuras: las lipoproteínas, que actúan como si fueran vehículos de transporte de diferente tamaño (como si fueran camiones/pick ups /autos) llevando lípidos como carga.

De hecho, a las lipoproteínas, se las clasifica por su peso molecular (muy baja, baja y alta densidad). Las proteínas le dan la estructura para que puedan circular. Algunas proteínas tienen funciones específicas dentro del transporte y se llaman “Apoproteínas”, que actúan como “llaves” para entrar en las células.

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Mencionaremos 4 tipos de vehículos de transportes, claves para llevar los lípidos a las células.

1. Quilomicrón: un camión lleno de triglicéridos y algo de colesterol. Se forma en el intestino con lo que comemos. La gran cantidad de triglicéridos que carga son la grasa rápida utilizable para generar energía y la que no se utiliza, se almacena (¡por ejemplo…en nuestra panza!).

El camión Quilomicrón no entra en las células. Va repartiendo triglicéridos para que las mitocondrias la conviertan en energía (sobre todo en las mitocondrias del músculo) o almacenarla (en el tejido graso). Los triglicéridos los entregan a las células a nivel de los capilares (la zona transición entre arterias y venas, un sitio muy permeable de intercambio de la mercadería, como O2 y nutrientes con las células).

Los triglicéridos pueden generar oxidación e inflamación sobre todo si se encuentra en grandes proporciones. A modo de un camión “transformer”, se va transformando a medida que reparte triglicéridos en un ágil auto: las famosas lipoproteínas HDL (lipoproteínas de alta densidad), que llevaran el colesterol que sobra a la planta de elaboración y almacenamiento (nuestro hígado).

2. VLDL (por sus siglas en inglés: lipoproteínas de muy baja densidad): Similar en todo al camión Quilomicrón, pero sintetizado en la gran planta de elaboración y almacenamiento que es el hígado. Son grandes y también llenas de TG en relación al colesterol.

Es decir, tienen similar composición y función que el Quilomicrón, llevando triglicéridos a los tejidos para utilizarlos en energía o almacenarlos. En condiciones normales su salida de la planta de elaboración (hígado) estaría autorregulada. (no salen sin orden de salida).

Tampoco entran en las células. También a modo de un camión “transformer” una vez liberados los triglicéridos, les quedan las moléculas de colesterol y se convierten en dos tipos diferentes de transporte: en una “pick up”: la lipoproteína LDL; o en un ágil auto, la lipoproteína HDL, que lleva el colesterol sobrante y no utilizado al hígado.

Por otra parte, existen otros productos de degradación de estas lipoproteínas ricas en TG, cuyo pequeño tamaño permite la entrada en la pared de la arteria y también podrían estar involucrados en el proceso de ateroesclerosis, a través del colesterol No-LDL (llamado colesterol remanente en el laboratorio de sangre).

3. LDL (por sus iniciales en inglés: lipoproteínas de baja densidad): Es la lipoproteína de mayor cantidad circulando en sangre. Como vimos, su predecesora es la lipoproteína VLDL. De un camión lleno de TG (VLDL), pasa a ser una pick up con 700 moléculas de colesterol de carga.

La función de las LDL es el transporte y entrega de colesterol a tejidos periféricos. En su paso por la sangre, no se oxidan ni son estímulo de inflamación. Cumplen una función esencial: repartir el colesterol para su buen uso. Pero a diferencia de su antecesor, las VLDL y los quilomicrones, las LDL pueden entrar y salir de las células. Incluidas las células de las paredes de las arterias. En condiciones normales: entran, descargan el colesterol, y salen. No es ni bueno ni malo: cumple su función.

4. HDL (por sus iniciales en inglés: lipoproteínas de alta densidad): como comentamos, es una lipoproteína pequeña, que nace del catabolismo normal luego que los Quilomicrones y VLDL descargan los TG en las células. Y también son sintetizadas en el hígado y el intestino. Tienen como función extracción y transporte del colesterol no utilizado de vuelta al centro de almacenamiento y elaboración (hígado) para reconversión, reutilización o eliminación a través de la vía biliar.