Los católicos de Baviera rezan por Benedicto XVI

En Baviera, la región natal de Benedicto XVI, la degradación del estado de salud del papa emérito alemán suscita una viva emoción entre los católicos, aunque el recuerdo de las controversias en que se vio envuelto ensombrece los homenajes a su figura.

Algunos fieles desafiaron el frío este jueves para asistir a la misa diaria de las 07H00 en la catedral gótica de Ratisbona (sur), donde se colocó un gran retrato del expontífice cerca del altar. 

«Os pido que acompañéis a Benedicto en su último viaje», dijo el obispo auxiliar de la ciudad, invitando a los fieles a rezar por el expapa «gravemente enfermo». 

El papa Francisco pidió el miércoles a todos los católicos una «oración especial» por su predecesor, cuya salud ha empeorado considerablemente en los últimos días. 

La emoción es especialmente fuerte en Baviera, donde nació, y sobre todo en Ratisbona, una ciudad medieval a orillas del Danubio, donde Benedicto XVI vivió varios años. 

– Teología –

En Ratisbona, todo el mundo tiene una anécdota sobre él. «Pasaba a menudo por delante de nuestra casa», recuerda Birgit Steib, de 53 años, a la salida de la misa en la catedral. Esta bióloga residente en Ratisbona se declaró «conmocionada» por el anuncio del Vaticano.

«Era un gran teólogo. Aprendí mucho de él», dijo Eva Maria Strobel, de 64 años, profesora de religión en un instituto, tras otra misa en la iglesia de San Juan de Ratisbona, muy cerca de la catedral.

Benedicto XVI enseñó teología de 1969 a 1977 en la Universidad de Ratisbona y regresaba regularmente como papa para visitar a su hermano, un director de coro católico fallecido en 2020, o para visitar las tumbas de sus padres.

«Estaba a menudo en Ratisbona. Era como si fuéramos de la familia», dice, recordando el orgullo de la ciudad ante su nombramiento como papa en 2005. 

«En una misa en la catedral, todos aplaudimos», explica Strobel. «Aquí todo el mundo está muy unido a Benedicto XVI», confirma Siegfried Hofer, de 53 años, otro residente católico. «Sentimos una tristeza especial cuando sabemos que es un papa de Ratisbona el que muere». 

A un centenar de kilómetros, en el pueblo de Marktl am Inn (sur), lugar de nacimiento del expapa, la emoción también es sincera.  

«Benedicto XVI está muy presente aquí», declaró a la AFP Amélie, de 14 años. «Ya me está afectando un poco», añadió, a la espera de noticias del Vaticano.

El miércoles por la noche, una vela roja ardía ante la imagen del papa emérito en la iglesia de San Oswald, donde Joseph Ratzinger fue bautizado. 

Enfrente, su casa natal se ha convertido en museo.  

«Muchos turistas vienen a Marktl sólo por él», dice Cornelia Haubrich, de 59 años, residente en el pueblo y recuerda haber estado «muy cerca» del prelado en una ocasión, durante una visita a la ciudad el 11 de septiembre de 2006.  

Fue algo «muy especial» para su familia, dice con una sonrisa. 

– Controversias –

Sin embargo la emoción no oculta el rencor tras las acusaciones contra él en 2022 de no haber actuado contra los abusos a menores durante su tiempo como arzobispo de Munich, entre 1977 y 1982.

«Personalmente, no estoy muy a su favor, porque encubrió muchas cosas, o no hizo público lo que estaba bajo su responsabilidad, lo que estaba mal», dijo a la AFP Sybille Mandl, de 70 años. «En estos temas ha causado mala impresión», admite también Siegfried Hofer.

La iglesia alemana se ha visto sacudida en los últimos años por acusaciones de que el antiguo papa no hizo nada para apartar a cuatro clérigos sospechosos de abusos a menores cuando era arzobispo de Múnich. 

El expontífice había salido de su silencio el pasado febrero para pedir «perdón», pero había asegurado que nunca había encubierto a un pederasta. 

Su renuncia, anunciada en latín el 11 de febrero de 2013, fue una decisión personal ligada a la falta de fuerzas y no a la presión de los escándalos, había asegurado el expapa en un libro de confidencias publicado en 2016.