Chicas afganas desafían a los talibanes en escuelas secretas

KABUL, AFGANISTÁN, AFP.- Cientos de miles de adolescentes y jóvenes mujeres afganas se vieron privadas de escolaridad desde el regreso al poder de los talibanes hace un año. Pero la sed de aprender de las niñas ha hecho que pese a los riesgos los colegios clandestinos proliferen por el país, a menudo en las habitaciones de los hogares.

«Mi hermano es un talibán, no me permitiría venir aquí. Incluso intentó impedírmelo cuando estaba en octavo curso. Uso la madrasa como excusa para venir aquí. Mi hermano no sabe que vengo a la escuela aquí, sólo mi madre me apoya», Nafeesa (pseudónimo), estudiante de 10º grado.

Para los talibanes, como norma general, las mujeres no deben dejar su domicilio salvo absoluta necesidad.

Se han visto excluidas de la mayoría de los empleos públicos y no pueden realizar largos trayectos sin la compañía de un familiar hombre.

También deben cubrirse enteramente en público, idealmente con el burka, un velo integral usado ampliamente en las regiones más aisladas y conservadoras del país.

Pero la privación más brutal fue el cierre en marzo de los colegios de secundaria para mujeres en numerosas regiones, justo después de su reapertura anunciada desde hacía tiempo.

Kawsar (pseudónimo), estudiante de 12º grado expresó que «(Cuando las niñas fueron enviadas de vuelta a casa en marzo) Me partió el corazón, me daba muchos dolores de cabeza. Estaba en el 12º curso, nos esforzábamos mucho, era nuestro último año y me gustaba estudiar allí, pero me separaron de mis compañeras. Fue muy difícil».

Las niñas pueden seguir la escuela primaria y las jóvenes acudir a la universidad, aunque en clases segregadas por sexo.

Pero sin diploma de estudios secundarios, las adolescentes no podrán pasar a la universidad. Por lo que muchos temen que las actuales promociones de mujeres en educación superior sean las últimas del país en un futuro cercano.

Es este miedo a perder una generación el que llevó a la profesora Tamkin a transformar su casa de Kabul en una escuela.

«No quería que estas niñas fueran como yo, deberían tener un futuro mejor que el mío. En la actualidad, muchas niñas menores de edad se ven obligadas a casarse, como me ocurrió a mí. Me comprometieron a los 12 años. Luché mucho para conseguir una educación, por eso no quiero que ellas pasen por lo mismo», dijo Tamkin (pseudónimo), profesora en una escuela secreta.

Según los eruditos religiosos, nada en el islam justifica prohibir la educación secundaria a las mujeres.

Los talibanes han justificado la interrupción a una simple cuestión «técnica» y aseguran que las chicas volverán a clase una vez se establezca un programa educativo en base a las reglas islámicas.

Pero un año después de su llegada al poder, aún no hay un calendario para que vuelvan a clases.

Mientras, muchas jóvenes y sus madres están dispuestas a correr el riesgo de estudiar.

Mientras que Seema (pseudónimo), madre de Kawsar dijo que «Si (mi hija) se educa conocerá sus derechos, conocerá a Dios y entonces entenderá los derechos en la sociedad para poder servir a su sociedad, a su pueblo y a sus compatriotas».

Estudiar no es el único propósito de las chicas y mujeres afganas, a menudo casadas en relaciones abusivas o restrictivas.

Algunas lo que buscan es un poco de libertad o simplemente tener un medio para hacer amigas.