Jefa de los servicios secretos españoles en punto de mira por espionaje

Madrid, España (AFP).- Interpelada en el Parlamento este jueves, cada vez más elementos apuntan a que la jefa de los servicios secretos españoles podría convertirse en la cabeza de turco de un escándalo de espionaje que ha puesto en peligro la estabilidad del gobierno de Pedro Sánchez.

Primera mujer nombrada al frente del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Paz Esteban, compareció la mañana de este jueves ante la comisión parlamentaria de «secretos oficiales», a puerta cerrada, en medio de la crisis entre el ejecutivo y sus aliados independentistas catalanes, que acusan a los servicios secretos de espiarlos.

El escándalo estalló el 18 de abril cuando la organización canadiense Citizen Lab identificó a más de 60 personas de la órbita separatista, cuyos teléfonos móviles habrían sido infectados entre 2017 y 2020 con el software de espionaje israelí Pegasus.

Pero el asunto dio un vuelco el lunes cuando el gobierno anunció que Pedro Sánchez y su ministra de Defensa, Margarita Robles, también fueron espiados mediante el mismo programa informático en mayo y junio de 2021.

Blanco de los ataques de los aliados catalanes y vascos de Sánchez, la jefa del CNI, quien ocupa el cargo desde 2020, no cuenta con un respaldo claro del gobierno.

Preguntada sobre una posible dimisión de Paz Esteban, la portavoz del gobierno, Isabel Rodríguez, se limitó a decir el martes que no podía «hablar de futuribles».

– La ministra de Defensa, debilitada –

La ministra de Defensa, de cuyo despacho depende el CNI, ha sido el único miembro del ejecutivo que ha defendido sin cortapisas a Paz Esteban.

La jefa del CNI está «teniendo que aguantar estoicamente imputaciones que no se corresponden con la realidad», señaló Robles el miércoles en el Congreso, donde aseveró que los servicios secretos «cumplen escrupulosamente la ley».

Pero Robles está por igual en la mira de los independentistas catalanes, así como de la izquierda radical de Podemos, socio minoritario de los socialistas de Pedro Sánchez en el gobierno, una formación que pide su cabeza.

«Usted sabe lo que tiene que hacer, no solamente por su dignidad, sino también por la dignidad del gobierno», le lanzó a Robles el miércoles en el Congreso Pablo Echenique, portavoz parlamentario de Podemos.

En un intento por apagar el incendio, Sánchez prometió la semana pasada «rendir cuentas» y aclarar este caso de espionaje.

Pegasus, que permite acceder a los datos o activar remotamente las cámaras y micrófonos de un teléfono, y la compañía israelí que lo creó, NSO, han sido criticados después de que un grupo de medios revelara el año pasado que este software fue usado para espiar a centenares de políticos, periodistas, activistas de derechos humanos y empresarios.

Pedro Sánchez es el primer jefe de Estado o de gobierno que ha confirmado haber sido espiado mediante Pegasus.

– Interrogantes –

Muy delicado políticamente, este escándalo de espionaje tiene el potencial de hacer descarrilar el gobierno de izquierda.

Los independentistas catalanes de ERC, cuyo apoyo en el Parlamento es clave para el gobierno minoritario de Sánchez, advirtieron el martes que esta crisis «se puede cargar (acabar con) la legislatura» antes de su fin, previsto para finales de 2023.

El asunto del espionaje ha dejado numerosos interrogantes que a día de hoy siguen sin respuesta.

Si bien el gobierno asegura que el pirateo de los teléfonos de Sánchez y su ministra de Defensa fue producto de un «ataque externo», ha dicho no conocer su origen, mientras la prensa española especula con que Marruecos, con quien Madrid acaba de cerrar una crisis diplomática de casi un año, podría estar detrás.

Varios partidos políticos también han cuestionado el momento exacto en que el gobierno reveló el espionaje que sufrió, preguntándose si en realidad el ejecutivo sabía de estos ataques de antemano y decidió hacerlos públicos solo para calmar a los independentistas catalanes, mostrándose así como otra víctima de Pegasus.

El gobierno ha afirmado que solo supo de esto el fin de semana pasado.

En 1995, los servicios de inteligencia españoles protagonizaron un escándalo por unas escuchas telefónicas ilegales que acabaron costándole el cargo a dos antecesores de Robles y Esteban, Julián García Vargas y Emilio Alonso Manglano, respectivamente, así como al vicepresidente del gobierno socialista de la época, Narcís Serra.