Cambio climático vuelve incierto el futuro del esquí nórdico

Por primera vez en 32 años, los organizadores del Festival de Esquí de Fondo Rendezvouz en West Yellowstone, Montana, tuvieron que cancelar su evento en noviembre.

La razón para descartar una competición que suele poner en marcha la temporada de esquí fue muy sencilla: No había nieve.

A unas 300 millas (482 kilómetros) de ahí, el Centro Nórdico Soldier Hollow en Utah ofreció clases de esquí en ese mismo mes gracias a la construcción de un sistema elaborado para producir nieve.

Y un grupo pequeño en Vermont logró elevar al doble los días en que podía practicarse el esquí en sus instalaciones, tras instalar nuevos ductos para suministrar las ingentes cantidades de agua que requieren los sistemas que arrojan nieve.

Ello no funcionará en la zona conocida como Methow Trails en el norte de Washington. Después de todo, no es posible cubrir sus 124 millas (200 kilómetros) de pistas de esquí con nieve artificial.

En vez de ello, se trabaja en planes para mudar las actividades a zonas más elevadas en caso necesario.

La nieve no ha dejado de caer, pero tampoco se está acumulando como antes ni llega a zonas tan extensas, en medio del cambio climático, el cual está afectando un deporte que creció notablemente en el invierno de 2020, luego que sobrevino la pandemia.

Muchos escaparon del encierro acudiendo a las pistas del esquí de fondo, en busca de ejercicio físico, air fresco y serenidad.

De pronto, hubo algo en que los esquíes nórdicos se parecían al papel sanitario: Era difícil encontrarlos en las tiendas.

“Lo que hizo el COVID fue sacar a la gente”, dijo Reese Brown, director general de la Asociación de Áreas de Esquí de Fondo con sede en Vermont. “Hizo que numerosas personas incursionaran en el esquí de fondo porque es el deporte invernal perfecto”.

Pero el cambio climático vuelve incierto el futuro de todo el esquí, desde los principales circuitos de la Copa Mundial y los grandes complejos turísticos hasta los negocios familiares que atraen a deportistas aficionados los fines de semana.

Para los centros de esquí nórdico, las temperaturas más cálidas implican más precipitación en forma de lluvia, no de nieve. Ello les obliga a comprar maquinaria productora de nieve para cubrir sus senderos.

La escasez de agua y los altos costos imposibilitan esa alternativa para algunos, particularmente en el oeste de Estados Unidos. Un nuevo estudio predice que los estados de esas zonas montañosas se quedarán con “poca o nula nieve” en un periodo de entre 35 y 60 años, si las emisiones de gases invernadero continúan en los niveles actuales.

Los problemas han afectado ya a los deportistas de elite que pasan más tiempo que los demás en la nieve.

La falta de nieve dificultó el entrenamiento inicial de la temporada para muchos de los principales competidores en el esquí de fondo y el biatlón, mientras se preparan para los Juegos Olímpicos que comenzarán el mes próximo en Beijing.