La Bebida El “Monday’s” se llevó a cuatro jóvenes de una misma familia

0

Por Rosmery Méndez Vargas

Santo Domingo, RD. Ya no hay lágrimas que acompañan el dolor de las familias, luego de haber se­pultado los cuerpos hace al­rededor de una semana, solo queda indignación y frustración al no tener res­puesta de las autoridades sobre los culpables de las muertes de al menos siete personas residentes en una misma calle por la ingesta de alcohol adulterado, inclui­dos cuatro miembros de una familia.

Tres velones, flores, un le­trero que dice Ariel Montero y Cándida Montero y la ima­gen de Jesucristo y la virgen María acompañan las fotos de los fallecidos que reposan en una pequeña mesa en la sala del hogar, mientras la madre de Ariel, permanece sentada admirando la foto­grafía de su vástago.

“Para mí, en cualquier ra­to viene mi hijo, mami estoy aquí”, relata Nancy Otáñez, madre de Ariel Montero, de 32 años, al negarse a creer que su primogénito falleció hace una semana a causa de alcohol adulterado con Me­tanol que ella también con­sumió.

El ruido de vehículos y al­gunos murmullos entre con­versaciones es lo único que interrumpe el silencio des­garrador entre residentes del sector Los Sanjuaneros del municipio Santo Domin­go Oeste, donde la familia Montero llora a cuatro de sus seres queridos.

“Para mi ese niño, está por ahí caminando, en cual­quier rato puede llegar a la casa, para mi ellos no están muertos”, dice Nancy a la vez que reclama que los ver­daderos culpables sean some­tidos a la justicia para aliviar un poco la tristeza que no de­volverá a la vida a sus familia­res, pero les hará dormir más tranquilos.

La familia Montero excul­pa a quien solo identifican co­mo Darwin, el joven que les vendió la bebida, ya que ase­guran este solo revendió el producto y detallan que el vendedor también resultó afectado igual que su esposa y una hermana.

Lo que parecía ser un jugo de frutas con alcohol y que re­cibía el nombre comercial de Monday’s y que debió termi­nar en una simple resaca lue­go de compartir entre familia­res y vecinos, se convirtió en una sentencia de muerte pa­ra algunos de los que la con­sumieron.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.