Pese a la penalización del aborto, muchas dominicanas lo practican en forma insegura a riesgo de morir.

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Al preguntar a siete mujeres si mantendrían un embarazo fruto de una violación sexual, cinco se inclinaron hacia una posible conservación, aunque condicionada al estado de ánimo y dos adelantan un “no” rotundo, convencidas de que abortarían sin pensarlo.

“Depende del estado emocional en que quede”, dice una. Otra expresa que lo pensaría amparada en una voluntad divina. Otra alumbraría el bebé para darlo en adopción, aunque si quedara poco traumatizada, tal vez se lo quedaría. “Considero que ese niño no tiene la culpa de lo que pasó, y como todo ser humano, tiene derecho a vivir”, comenta otra. “Yo no abortaría”, dice la quinta, pero la otra sentencia: “Yo aborto seguro”.

Sin embargo, todas coinciden en que la decisión debe ser tomada por la mujer y que nadie debería obligarlas a parir, evidenciando la poca sujeción a las leyes dominicanas que castigan la práctica del aborto bajo cualquier circunstancia.

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