Las cinco paradas de Abinader
SANTO DOMINGO.- Cinco paradas tuvo el recorrido del presidente Luis Abinader por la Ciudad Colonial, donde anunció con entusiasmo la transformación del casco urbano, con una inversión de US$90 millones proveniente del Banco Interamericano de Desarrollo.
El recorrido incluyó paseítos en tren, brochazos de pintura, visitas a museos, anuncios y promesas.
Las cinco paradas fueron escalonadas, una tras otra: el presidente y su comitiva arrancaron en el Palacio de Borgellá, vieja reminiscencia de la ocupación haitiana (1822-1844); llegaron a la Fortaleza Ozama, esa bastilla colonial del Caribe; recalaron en Las Atarazanas, frescos y rancios testigos de la historia; siguieron con las pintadas de la calle Hostos, y, finalmente, culminaron en el majestuoso Edificio Saviñón, en El Conde con José Reyes.
La jornada principió a las 9 y unos minutos, con el arribo de Abinader al Palacio de Borgellá, cuyas instalaciones chequeó y recorrió. Hecho esto, salió del lugar, ofreció breves declaraciones y se dirigió a la Fortaleza Ozama.
En esa muralla del Ozama, estatua del tiempo y centinela de la historia, Abinader y sus acompañantes ofrecieron declaraciones, realzaron las bondades del proyecto que busca transformar la Ciudad Colonial, y alabaron la museografía histórica de la Fortaleza.
“El museo que hoy ponemos en marcha ofrecerá diversos recursos gráficos para propiciar una experiencia cultural única. El visitante será guiado a través de una ruta que abarca todo el sitio histórico”, expresó.
El gobernante salió del fortín y, montado en tren, dio un paseíto hasta llegar al Museo de Las Atarazanas Reales (MAR), un cofre de bienes culturales y tesoros del mar.
Ese MAR, vecino callado del río, guarda naufragios, blasones coloniales, recuerdos de otra época. Allí, la ministra de Cultura, Carmen Heredia, recibió las llaves simbólicas del Museo, quedando así en posesión de ese espacio cultural.
Abinader prosiguió inagotable su recorrido. En efecto, abandonó el MAR y, sobre ruedas otra vez, llegó a la calle Hostos, cuya casa número 301 pintarrajeó con brochazos de pintura amarilla. Otro tanto hicieron el ministro de Turismo, David Collado, y la alcaldesa del Distrito Nacional, Carolina Mejía.
Los brochazos fueron el primer pintazo de una gran jornada anunciada para restaurar viviendas, embellecer el entorno y revitalizar el casco urbano. Esta iniciativa alcanzará a los sectores San Antón, Santa Bárbara, San Miguel y San Lázaro, como una forma de potencializar y catapultar el entorno y su gente.
El presidente habló de hacer una transformación inclusiva de la Zona Colonial, para lograr planos de igualdad social y económica. Se trata de involucrar a los sujetos sociales -la gente- en la construcción de su propia realidad social, para que aprecien y asuman el esplendor del proyecto.
“Nada hace más auténtica una ciudad que ver sus barrios y su gente vivir de una manera digna y feliz. Por eso es de vital importancia esta parte del proyecto que se destinará para la rehabilitación de viviendas y en el que se invertirán aproximadamente 3 millones de dólares”, apuntó.
El recorrido desembocó en el Edificio Saviñón, donde tuvo su desenlace con las últimas declaraciones del presidente y del ministro Collado. Aquí, Abinader le pidió al representante del BID, Miguel Coronado, que acelere la ejecución del Plan, de manera que dure menos de los seis años previstos.
La transformación de la Ciudad Colonial
La segunda etapa del Plan de Desarrollo Ecoturístico y Cultural de la Ciudad Colonial procura la revitalización de edificios patrimoniales y espacios públicos del casco urbano.
Así, se intervendrán el Convento de San Francisco, la ribera del Ozama, el Museo del Alcázar de Colón, el Museo de las Casas Reales, la museografía de la Fortaleza de Santo Domingo y el Museo de la Catedral, así como las calles Hostos, Mercedes, Las Damas, Isabel la Católica y otras.
